Un músico ruso, que pertenece a la Filarmónica de Beijing, decidió que quería poner sus pies en el asiento de enfrente a bordo de un tren. Y cuando la pasajera que debía ocupar ese lugar le reclama y le pide que baje sus pies, él sólo se ríe, se burla y la insulta en chino.
Gracias a tipos como éste, en China se ha despertado un sentimiento xenófobo, que ojalá no pase a mayores.
Por lo pronto, comenzó ya una campaña para cazar extranjeros ilegales en Beijing, que durará hasta agosto.
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